OBRA

 

IRREDUCTIBLES

Muestra presentada en el festival internacional Kyotographie (Japón) en 2018, en la antigua fábrica de hielo Sazanga-Kyu, comisariada por Gonzalo Golpe.

 

 

“Qué vive aquel?, decid: su vida sólo, no más la vida suya. 
Conque vida, vida, si no es la de él, no es nada;
 y la vida toda sólo consiste en ser la de él,
 en un saber seguro que es él el que la vive”

 

A. G. C.

 

Alberto García Alix es un humanista a contrapelo, incómodo en su propia especie. Sus retratos construyen un testimonio de una vida en el asfalto, en lo profundo de la urbe.

 

Allí donde los colores son lemas y el honor obliga más que la ley, el individuo sigue siendo el sostén del grupo, quien se une y enlaza con otros seres de su condición bajo un contrato: ser fiel a sí mismos. La resistencia cuando se presenta de esta manera, como una afirmación ontológica, es siempre una proclama de vida: ésta es la materia fotográfica con la que Alberto ha construido su obra.

 

Más de 40 años después de sus primeras fotos, a la manera del árbol colgante aferrado al borde del abismo, con las raíces al aire, anclado apenas, resistente y terco hasta el absurdo, Alberto corrige ligeramente su cuerpo compensando el desplazamiento de su equilibrio: hay que mantener la tensión, seguir tirante.

 

Con el ánimo del subversivo, siempre hostil al orden, Alberto alimenta la disensión con cada retrato, disiente de la autoridad como disiente de las buenas costumbres. No hay miedo a pagar, hay miedo a no apurar lo que se vive. Y de eso va todo. Ya lo dejó dicho Agustín García Calvo: “(…) Pues ser consiste en poseerse, poseer es ser; y para que yo sea yo, ser mío ha de serlo todo”.

 

Alberto García Alix no retrata una cierta manera de vivir, sino la manera cierta, la única que ve, la que le prende. Con cada retrato nos permite precipitarnos en una vida ajena, sentir la intimidad que comparten. La sensación de pudor es tan inevitable como necesaria. Volvernos hacia nosotros, sentir estas fotografías de la piel hacia adentro como una reclamación, que no como una renuncia, es el modo en que opera su humanismo.

 

Esta muestra recoge parte de su vida y la conecta a la de otros. Aquí están los que permanecen a su lado, pero también los que se fueron. Hombres y mujeres que en estas fotografías son verdaderamente sujetos y motivos: sujetos, porque es a través de ellos que se enuncia la vida; motivos, porque sin ellos Alberto hubiera sido otro.

 

Cuarenta años como cuarenta confirmaciones del ser, como cuarenta clavos y cuarenta rosas, cada uno de ellos vivido como si fuese el último pero también el primero. Sobre todo, el primero.

 

Gonzalo Golpe

 

KYOTOGRAPHIE 2018, SAZANGA-KYU, KYOTO, JAPÓN