Lo onírico de un desastre y sus secuelas. La épica de un suspiro. Búsqueda e intención. Si ayer miraba el mundo que me rodeaba con naturalismo y objetividad, hoy lo subjetivo y, aún más, lo intuitivo prevalecen. Fotografío por enaltecer una idea, una fábula o un lamento.
Un paisaje eléctrico. Es un instante de eterno silencio. En esta nada donde el cansancio reina encuentro mi existencialista monólogo, y además un grito. El de un hombre que se siente vivo. Vivo, por darme la libertad de crear este imaginario de viento, sombras y alientos e iluminarlo todo, con la luz indeleble de una función de sesión de tarde.
Estas imágenes son fragmentos de un nuevo y propio imaginario. Deformo, comprimo o agiganto un registro paralelo al que desnudo de referencias y le robo el tiempo. Hay flores de tumba y cuervos. Seres cosidos por cicatrices y derretidos en plomo. Una ciudad al fondo. Visión dramática de San Carlos que, olvidada de sí, levanta al cielo sus torres de Jericó moderna…
Ante sus ojos, con alientos de opera y alma de circo, lo feroz de mi anacronismo. Un expresionismo feroz.
Alberto García-Alix